Boletín Nº 30- Octubre de 2007
Boletín "Entre Líneas"

Cuando el río duerme

Lo único que oigo es tu voz extinguiendo las velas de la noche. Lo único que siento es el frío de no tenerte a mi lado. Lo que imagino es todo lo que existe a falta de la verdad.
Lo único que lastima es el dolor. Cuántas de mis palabras se pierden en el seno del ayer.
Cuántas escenas quedan de una función que jamás comenzó.
El cielo de mi cuarto oye solamente ruegos, contempla al suelo desesperado que sostiene mi cama de espejos. Se sofocan las mañanas mientras espero a la esperanza. Se cierra el círculo de estrellas que acudió a tu medianoche. Duelen los nudillos por enfrentarse a las paredes. Duelen los laberintos que presagian el fin del juego.
Cuando el río duerme todo lo demás queda en silencios. Solo sigo escuchando, empeñado en oír, cómo respiras sobre la almohada, como cierras los ojos, perdonando a las incógnitas. Se hace tarde y cuántas historias se escriben en verso. Sólo sigo sintiendo un frío inexplicable que me amenaza, que me persigue.
Es el frío de tu ausencia. O tal vez es el calor de antiguos otoños. ¿Qué me quedará para sentirte aquí cuando el río despierte, y ya no consiga oír más que a las gaviotas, imitando tu voz, o tema ver el cielo de mi cuarto otra vez, mientras ruego entre los reflejos de mi cama?
No te mudarán de mi cabeza ni un sinfín de inviernos.
Soy el que encenderá una fogata aunque sea en mitad de la lluvia, para que ardan las llamas, hasta que se consuman los instantes.
Verás asomarse a la gloria sobre el astro de oro, y cuando el amanecer nos quite nuestra última voz, solos tú y yo nos veremos, ambos a merced de la tarde. Y luego el piso abrirá sus fauces para intentar arrebatarnos la fantasía.
Quizás todo sea al final de una mañana obstinada, pero cuando el río duerme, algo trae que sabe a tu perfume de lejos.
                                                                                                                  Nuncius

Esta obra ha sido premiada con Mención del Jurado en el Certamen Literario –Poesía y Narrativa “Arauco, Voces del Tiempo - Edición 2007”, Género Relato, declarado de interés departamental por Municipalidad del Departamento Arauco, Aimogasta, Provincia de La Rioja, julio de 2007.

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Poesía y prosa poética: fronteras áridas.
                    ….palabras que son flores que son frutos que son actos (O. Paz)
Digo para comenzar que las fronteras parecen ser espacios  ambiguos y vulnerables, por eso la poesía se traslada fácilmente de un espacio a otro. Así que intentaré defender la no existencia de fronteras entre la  prosa poética y la poesía, desde mi lugar de escritora. Todo expresado por el amor a la literatura y la escritura.
No me voy a remitir muy lejos, avanzaremos recordando que, el modernismo renovó la escritura en los comienzo del siglo XX, que  aquí en nuestras tierras Banchs,  Larreta, García Mérou, trataron de escribir una prosa musical con mágico encanto. Y de extraer al máximo las posibilidades del idioma en materia descriptiva. Trasmitiendo sensaciones de otros dominios artísticos: como la pintura y la música, con su prosa modernista de intención impresionista. Rojas, en sus descripciones de la selva, percibió lo poemático en la exaltación del amor a la naturaleza.  Aloysius Bertrand en Francia, creó el poema en prosa, pero aquí Alfonsina Storni sin proponérselo  consiguió lo mismo. Y dijo de estas prosas poéticas: Apenas se atreven a ser una de las lágrimas caidas de mis ojos” 
                                                          III
 Esta madrugada, mientras reposaba, has pasado por mi casa .Con el paso lento y el aliento corto, para no despertarme, te deslizaste a la vera de mi balcón.
Yo dormía, pero te vi en sueños pasar silencioso; estabas muy pálido  y tus ojos me miraban tristemente, como la última vez que te vi.
Cuando desperté nubes blancas corrían detrás de ti para alcanzarte. Alguien me dice que las fronteras entre prosa y poesía  ya fueron derribadas en las vanguardias. Y descubro tras la búsqueda en materiales de la época que las tendencias de diversas actitudes renovadoras  estrecharon el abrazo en cuentos y novelas de sugestivo estilo poético. Podríamos si me permiten citar a Marechal que en el comienzo de su “Adan Buenosayres”, no deja lugar a dudas de cómo se hace una prosa poética.   
Y aquí adhiero a lo dicho por el critico y ensayista Anderson Imbert: “la poesía no está comprometida con el verso, lo que ocurre es que tradicionalmente, se han dado  más los pares: verso-poesía, pensamiento lógico-prosa. Yo creo como él, “que la poesía no es otra cosa que una perspectiva desde la cual asomarse a las cosas” y algunos textos se asoman en prosa-poética.
La poesía es imitación de la vida, donde juegan dos  percepciones, la del autor y la del lector. Esto mismo pude aplicarse a la prosa que sin deteriorar la estructura hace proposiciones más líricas y efectivas para determinados estilos.  Como R. L. Stevensosn,digo: “la prosa, la autentica prosa es, como poema, tanto o más rica que el verso, pues si éste crea un ritmo que, una vez formado, se irá repitiendo, aquélla debe crearle su propio ritmo, en permanente movimiento, a cada oración y, dentro de la oración, a cada frase.”Y siguiendo con las vanguardias creo que experimentaron con las circunstancias, llevaron al impulso poético a transitar nuevas formas en la materia del poema,  necesarias  para ampliar y gozar la poesía que, a veces, se instaló como prosa poética.

Esto es parte nuestra ponencia, sobre Prosa poética/ Poesía: Fronteras Áridas, presentada en el congreso “Poesía sin Fronteras” de Aristóbulo del Valle Misiones, (2006)

Mabel Murolo
Josefina Veiga

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RETORNABAN LOS DIOSES CON LAS ARMAS SECRETAS
(Fragmento del libro Las Venas Abiertas de América Latina de Eduardo Galeano) 1

Había de todo ente los indígenas de América: astrónomos y caníbales, ingenieros y salvajes de la Edad de Piedra. Pero ninguna de las culturas nativas conocía el hierro ni el arado, ni el vidrio ni la pólvora, ni empleaba la rueda. La civilización que se abatió sobre estas tierras desde el otro lado del mar vivía la explosión creadora del Renacimiento.: América aparecía como una invención más, incorporada junto con la pólvora, la imprenta, el papel y la brújula al bullente nacimiento de la Edad Moderna. El desnivel de desarrollo de ambos mundos explica en gran medida la relativa facilidad con que sucumbieron las civilizaciones nativas. Hernán Cortés desembarcó en Veracruz acompañado por no más de cien marineros y 508 soldados, traía 16 caballos, 32 ballestas, diez cañones de bronce y algunos arcabuces, mosquetes y pistolones. Y sin embargo, la capital de los aztecas, Tenochtitlán, era por entonces cinco veces mayor que Madrid y duplicaba la población de Sevilla, la mayor de las ciudades españolas. Francisco de Pizarro entró en Cajamarca con 180 soldados y 37 caballos.

Los indígenas fueron, al principio, derrotados por el asombro. El emperador Moctezuma recibió, en su palacio, las primeras noticias: un cerro grande andaba moviéndose por el mar. Otros mensajeros llegaron después: “mucho espanto le causó el oír cómo estalla el cañón, cómo retumba su estrépito, y cómo se desmaya uno, se le aturden a uno los oídos. Y cuando cae el tiro, una como bola de piedra sale de sus entrañas: va lloviendo fuego...”Los extranjeros traían “venados” que los soportaban “tan alto como los techos”. Por todas partes venían envueltos sus cuerpos, “solamente aparecen sus caras. Son blancas, son como si fueran de cal. Tienen el cabello amarillo, aunque algunos lo tienen negro. Larga su barba es...”.2 Moctezuma creyó que era el dios Quetzalcóatl quien volvía.
Ocho presagios habían anunciado, poco antes, su retorno. Los cazadores le habían trído un ave que tenía en la cabeza una diadema redonda con la forma de un espejo, donde se reflejaba el cielo con el sol hacia el poniente. En ese espejo Moctezuma vio marchar sobre México los escuadrones de los guerreros. El dios Quetzalcóatl había venido por el este y por el este se había ido: era blanco y barbudo. También blanco y barbudo era Huiracocha, el dios bisexual de los incas. Y el oriente era la cuna de los antepasados heroicos de los mayas.3

Los dioses vengativos que ahora regresaban para saldar cuentas con sus pueblos traían armaduras y cotas de malla, lustrosos caparazones que devolvían los dardos y las piedras, sus armas despedían rayos mortíferos y oscurecían la atmósfera con humus irrespirables. Los conquistadores practicaban también, con habilidad política, la técnica de la traición y la intriga. Supieron explotar, por ejemplo, el rencor de los pueblos sometidos al dominio imperial de los aztecas y las divisiones que desgarraban el poder los incas. Los tlaxcaltecas fueron aliados de Cortés, y Pizarro usó en su provecho la guerra entre los herederos del imperio incaico, Huáscar y Atahualpa, los hermanos enemigos. Los conquistadores ganaron cómplices entre las castas dominantes intermedias, sacerdotes, funcionarios, militares, una vez abatidas, por el crimen, las jefaturas indígenas más altas. Pero además usaron otras armas o, si se prefiere, otros factores trabajaron objetivamente por la victoria de los invasores. Los caballos y las bacterias, por ejemplo.

1 Primera Parte. La pobreza del hombre como resultado de la riqueza de la tierra. Pags. 33 y 34. Edit.Catálogos, Bs.As., Argentina

2 Según los informantes de fray Bernardino de Sahún, en el Códice Florentino. Miguel León-Portilla, Visión de los Vencidos, 1967.

3 Estas asombrosas coincidencias han estimulado la hipótesis de que los dioses de las religiones indígenas habían sido en realidad europeos llegaos a estas tierras mucho antes que Colón. Rafael Pineda Yánez, La isla y Colón, Buenos Aires, 1955.


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... en el país de los gigantes 1
“19 de mayo de 1520. Puerto de San Julián

Alejándose de estas islas para continuar nuestra ruta, llegamos a los 49 30’ de latitud meridional, donde encontramos un buen puerto, y como el invierno se aproximaba, juzgamos a propósito pasarlo allí.
Un gigante. Transcurrieron dos meses sin que viéramos ningún habitantes del país. Un día, cuando menos lo esperábamos, un hombre de figura gigantesca se presentó ante nosotros. Estaba sobre la arena casi desnudo, y cantaba y danzaba al mismo tiempo, echándose polvo sobre la cabeza. El capitán envió a tierra a uno de nuestros marineros, con orden de hacer los mismos gestos, en señal de paz y amistad, lo que fue muy bien comprendido por el gigante, quien se dejo conducir a una isleta donde el capitán había bajado. Yo me encontraba allí con otros mucos. Dio muestras de gran extrañeza al vernos, y levantando el dedo, quería sin duda decir que nos creía descendidos del cielo. Su figura. Este hombre era tan grande que nuestra cabeza llegaba apenas a su cintura. De hermosa talla, su cara era ancha y teñida de rojo, excepto los ojos, rodeados con un círculo amarillo,  y dos trazos en forma de corazón en las mejillas. Sus cabellos escasos parecían blanqueados con algún polvo. Su traje. Su vestido, o, mejor dicho, su manto, estaba hecho de pieles, muy bien cosidas, de un animal que abunda en este país, como veremos a continuación. Animal extraño. Este animal tiene cabeza y orejas de mula, cuerpo de camello, patas de ciervo y cola de caballo, relincha como este último. Llevaba este hombre una especie de zapatos hechos de la misma piel. Armas. Tenía en la mano izquierda un arco corto y macizo, cuya cuerda, algo más gruesa que la de un laúd, estaba hecha con un intestino del mismo animal, en la otra mano empuñaba unas cuantas flechas de caña pequeñas, que por un extremo tenían plumas como las nuestras y por el otro, en lugar de hierro, una punta de pernal blanco y negro. Con pedernal hacen también instrumentos cortantes para labrar la madera. (...) Las mujeres. Las mujeres no son tan grandes como los hombres, pero, en compensación son más gordas. Sus tetas, colgantes, tienen más de un pie de longitud. Van pintadas y vestidas del mismo modo que sus maridos, pero se tapan sus partes naturales con una piel delgada. Nos parecieron bastantes feas, sin embargo, sus maridos mostraban estar muy celosos. (...)
Junio de 1520. (...) La medicina de los gigantes. Aun siendo salvajes, tienen estos indios una especie de medicina. Cuando están enfermos del estómago, por ejemplo, en vez de purgarse, como nosotros, se introducen una flecha en la boca, todo lo que pueden, para excitar el vómito, y arrojan una materia verde mezclada con sangre.  El color verde proviene de una clase de cardos de que se alimentan. Si les duele la cabeza, se hacen una cortadura en la frente, y han lo mismo en cualquier parte del cuerpo en que sienten dolor, con el fin de que salga una gran cantidad de sangre del sitio donde sufren. Su teoría , explicada por uno de los que aprisionamos, explica su práctica: el dolor (dicen ellos), lo causa la sangre que no quiere permanecer en tal o cual parte del cuerpo, por consiguiente, haciéndola salir, el dolor debe cesar.Sus costumbres. Llevan los cabellos cortados en aureola como los frailes, pero más largos y recogidos por un cordón de algodón alrededor de la cabeza, y en el cual colocan sus flechas cuando van de caza. Si hace mucho frío, se atan estrechamente contra el cuerpo sus partes naturales. Su religión. Parece que su religión se limita a adorar al diablo. Pretenden que cuando uno de ellos está muriéndose, aparecen diez o doce demonios cantando y bailando a su alrededor. Uno de los demonios que alborota más que los otros, es el jefe o diablo mayor, y le llaman Setebos, los pequeños se llaman Chelele (...)

Primer viaje en torno al globo., 4° ed., Buenos Aires, Espasa-Calpe Argentina, 1954,pp.44-46.Documento extraído del fascículo “Documentos para la Historia Argentina” N°2. Colegio Nacional de Buenos Aires/Página/12. Año: 1999.

1 Pigafetta, Antonio (1491 –1534) Escritor y navegante italiano. Pasó a España en 1519 como acompañante del embajador de Roma ante Carlos I. Al saber de la expedición de Hernando de Magallanes, solicitó permiso, que le fue concedido, para participar en ella. Fue uno de los dieciocho hombres que regresaron de esta expedición que dio la primera vuelta al mundo, experiencia que relató en su obra.

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La palabra

...Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan...Me prosterno ante ellas...Las amo, las adhiero las persigo, las muerdo, las derrito, Amo tanto las palabras....Las inesperadas... Las que glotonamente se esperan, se escuchan, hasta que de pronto caen... Vocablos amados... Brillan como piedras de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío... Persigo algunas palabras... Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema... Las agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes, ebúrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas... Y entonces las revuelvo, las agito, me las bebo, las zampo, las trituro, las emperejilo, las liberto...Las dejo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como restos de naufragio, regalos de la ola... Todo está en la palabra ... Una idea entera se cambia porque una palabra se trasladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció... Tienen sombra, transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de todo lo que se les fue agregando de tanto rodar por el río, de tanto transmigrar de patria, de tanto ser raíces... Son antiquísimas y recientísimas... Viven en el féretro escondido y en la flor apenas comenzada... Qué buen idioma el mío, qué buena lengua heredamos de los conquistadores torvos ... Estos andaban a zancadas por las tremendas cordilleras, por las Américas encrespadas, buscando patatas, butifarras, frijolitos, tabaco negro, oro, maíz, huevos fritos, con aquel apetito voraz que nunca más se ha visto en el mundo ... Todo se lo tragaban, con religiones, pirámides, tribus, idolatrías iguales a las que ellos traían en sus grandes bolsas ... Por donde pasaban quedaba arrasada la tierra... Pero a los bárbaros se les caían de las botas, de las barbas, de los yelmos, de las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes.... el idioma. Salimos perdiendo... Salimos ganando... Se llevaron el oro y nos dejaron el oro... Se lo llevaron todo y nos dejaron todo... Nos dejaron las palabras.

Pablo Neruda, Confieso que he vivido. Memorias. Ed.Losada S.A.,Bs.As.,1976

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